Los 3 errores financieros más frecuentes en todo emprendimiento

Resumir 3 errores financieros en todo emprendimiento es sumamente complejo, aunque es sumamente necesario tenerlos en cuenta si queremos sobrevivir a todo tipo de turbulencia.

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Se sabe que los pequeños comercios y los emprendimientos familiares carecen en muchas oportunidades de alguien profesional que pueda acompañarlos en momentos de bonanzas y de vacas flacas. Muchos de ellos aprendieron a subsistir a fuerza de error y de una iteración interminable de intentos; otros, con menos suerte o timming, han quedado en el camino. Suena muy parecido a la adaptación de las especies de Darwin, ¿verdad? Después de haber convivido en un ecosistema comercial que compartía a diario la problemática de las empresas a nivel financiero, hemos llegado a consolidar 3 tipo de errores que representan de forma genérica a muchos más.

1. No financiar el largo con instrumento de corto

Imaginemos que quieres adquirir una camioneta para transportar mercadería desde nuestro comercio hacia el depósito para ahorrar tiempo y ganar eficiencia. Evaluamos nuestro producto por característica, funcionalidades y beneficios. Después comparamos precios y costos, pero cuando llega el momento de pagarlo, revisamos nuestras finanzas y, si bien contamos con el efectivo, charlamos en familia y decidimos que queremos financiarlo.

Entre tantas voces se alza la del padre fundador de la compañía; ese que no conoció otra cosa que trabajar y que creció creyendo que la deuda era “mala” en todo contexto. Comenta y ordena que la mejor forma es pagarlo en efectivo, o, como última opción, con un valor a 30 días. ¿Quién le puede refutar algo? Si fue el quien construyo la compañía que alimenta a más de 10 familias.

La camioneta ya se encuentra en la puerta del comercio, reluciente y con ese olor a nuevo inconfundible. Pagaron mitad en efectivo y, la otra mitad, respetando la tradición y cultura del socio fundador, con un cheque a 30 días. Hasta aquí, todo perfecto.

A los 15 días, el pequeño comercio recibe una llamada del banco informando que su cuenta se encontraba embargada y que todos sus fondos habían sido retenidos. La peor noticia de todas, ya que el poco dinero que quedaba luego de haber abonado la camioneta estaba en el banco. ¿El embargo? Un error en la contabilidad de presentaciones ante el fisco. Es una posibilidad que puede suceder, ¿verdad?

El embargo fue el dedo que apretó el gatillo. Al día siguiente, cuando pudieron ver la cantidad de cheques y compromisos financiero que tenía el comercio, entendieron que debían de buscar urgentemente una solución para inyectar liquidez al flujo. La camioneta es una inversión que dará sus réditos a largo plazo, pero no tiene utilidad para brindar la cobertura de compromisos financieros a corto.

Hay una regla que todo emprendedor debe conocer y saber: el corto plazo se financia con instrumento de corto y el largo con los instrumentos de largo. Por ejemplo, la camioneta podría haber sido financiada con un leasing o con un préstamo prendario. De esa forma, el líquido disponible hubiese estado disponible para levantar rápidamente el embargo y no quedar “descalzado” ante compromisos financiero. Otro ejemplo que podemos sumar es la compra de mercadería. Al ser bienes fungibles que, por lo general, suelen rotar en un plazo corto de tiempo (de 0 a 90 días) generalmente se financia con instrumentos de corto plazo, como, por ejemplo, cheques postdatados o transferencias programadas.

Recuerden: los instrumentos financieros nacieron para suplir necesidad de capital y solo funcionan como salvavidas cuando son aplicados correctamente.

2. No usar flujo de fondos -> ir al Zahara sin bronceador

El peor error no es no saber cómo realizar una tarea, sino asumir y considerar que se es apto para hacerla sin ni siquiera saber empezarla. ¿Suena familiar? Pues, claro. La confianza que nos da el día a día, la rutina y los procesos que se repiten, nos hacen considerar que lo que sucedió hoy, probablemente se repita mañana. Nada más falaz y sesgado, sobre todo, en este contexto.

La mayoría de los emprendimientos nacen bajo suposiciones operativas y financieras. Esas suposiciones, una vez en marcha, deben de desaparecer para formalizar el funcionamiento sobre bases que puedan brindar certidumbre en la toma de decisiones. Bueno, lamento decirles que la mayoría de emprendimiento nace y sigue funcionando bajo suposiciones de todo tipo. Incluso, se base en sesgos cognitivos que sirve para justificar los errores.

¿Cómo podemos diferenciar a la distancia, en una noche cerrada y oscura, si la luz que se acerca es la luz de la esperanza o, por el contrario, la luz del tren que recorre a toda velocidad por las vías? No podemos hacerlo si no sabemos de ante mano que esperar, cuando esperarlo y que acción tenemos para tomar. Si, estamos hablando de tener un plan para ejecutar, pero, antes de llegar a tener el mapa formado, debemos tener una estimación lo más precisa y cercana a la realidad de lo que sucederá con nuestras finanzas. Para esto, nuestro flujo financiero.

El flujo de financiero de fondos, o Cashflow, no es más que una planilla con ingresos y egresos a lo largo de una línea de tiempo. Existen herramientas informáticas que lo procesan a la perfección, se pueden crear planillas de cálculos o dibujarlas en una hoja. Sea como fuere, nos brinda mayor grado de certeza de nuestro capital en un punto en el tiempo. De esa forma, podemos saber: cuando y cuanto invertir, cuando tendremos un “bache financiero”, o cuando podríamos capitalizar nuestro emprendimiento.

Operar un emprendimiento sin flujo financiero, es visitar el Sahara sin la mínima pantalla solar. No importa que herramienta utilicemos; sino contamos con una hoja de ruta financiera, lo más probable es que no logremos hacer el emprendimiento sostenible.

3. El dinero nunca duerme

Uno de los principales aspectos que estudia la finanza es el valor del dinero en el tiempo como así también el costo de capital. El valor unitario de una moneda hace 20 años no es el mismo que en la actualidad. ¿Cómo lo medimos? Existe una regla muy simple y fácil de transmitir: cuantos caramelos comprábamos ayer y cuantos podemos comprar hoy. Si hoy compramos menos, es porque nuestro dinero vale se está depreciando.

En los emprendimientos, solemos confundir liquidez con costo de capital. En ocasiones, aquellas personas que no han desarrollado ni profundizado en conceptos financieros, prefieren inmovilizar capital por cualquier incertidumbre a la vista en una cuenta bancaria. Claro está que ellos desconocen que ese dinero, es decir, el dinero de los depositantes, es colocado por la entidad bancaria en otros destinos para generar rentabilidad, por ejemplo, en préstamos para la producción. Incluso, tanto el sábado como el domingo ese saldo a la vista genera rentabilidad (los famosos numerales) para la entidad financiera. En otros términos, nosotros le prestamos el dinero a la entidad financiera a costo 0 a cambio de ella “la custodie”. Menudo negocio, ¿verdad?

Cuando tenemos establecido con claridad un flujo de negocio, sabiendo nuestros baches y nuestros picos de liquidez, tendremos la posibilidad de realizar colocaciones en instrumentos financieros (por ejemplo, fondos de liquidez, bonos treasuries) que nos generen un rendimiento de nuestro capital inmovilizado.

El término “nunca duerme” se refiere a la rotación o ciclos de rotación del dinero. Aquellos que han trabajado con venta de bienes perecederos sabrán de que hablo. Comprar un lote de lata de atún exige saber cuándo se venderá, es decir, cuantos días promedio la tendré en stock. Una vez determinado esto, sabre cuando realizare mi próxima compra y cuando deberé pagar dicha mercadería. De ahí se desprende la cantidad de días que rota el capital invertido en mercadería.

El mismo concepto aplica para rotar el dinero. Si el dinero queda guardado bajo la almohada, como solían hacer nuestros abuelos, para ahorrarlo en forma segura, es probable que pierda su valor, no genere rendimiento y quede como recuerdo. En un emprendimiento debemos tener muy presente y ser exigentes con nosotros mismo el uso del capital-rotación-tiempo, dado que los recursos son escasos y debemos aprovecharlos al máximo.

En resumen, estos 3 errores pueden marcar a fuego el destino de una buena idea y malograr cualquier promesa potencial a futuro. La única clave y solución en todo esto, es estudiar, tener un plan financiero y saber cómo sortear los baches y picos de liquidez.