La guerra por los contenidos online

La guerra por el contenido se ha desatado y esto es gracias a las nuevas tecnologí­as. No hace falta correr un query: consumimos mucho más contenido que hace tan solo 4 años.

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En el dí­a de hoy Amazon y el gigante MGM se fusionaron en forma definitiva: Amazon ofertó la nada despreciable cifra de 8.45 MM y compró MGM estudio. Como todos sabemos, MGM tiene larga trayectoria en la creación y producción de contenidos en la industria cinematográfica de Estados Unidos. La estrategia es clara: Amazon, como otros productos de streaming, tienen como objetivo ocupar la máxima cantidad de sitios disponibles.

Esta estrategia, en un mercado que cada vez más se encuentra estallado de oferta de contenidos, no persigue el liderazgo en el corto plazo, sino más bien en el largo, o, me corrijo, en el larguísimo plazo. Conceptualmente, en este nuevo siglo, las personas han logrado mayor tiempo para el ocio y el esparcimiento. El tiempo libre ha resurgido como un bien demandado entre las demandas laborales. Por esta razón las jornadas de trabajo tienden a ser flexibles, deslocalizadas y enfocadas en la consecución de objetivos. Atrás, muy detrás, quedaron los tiempos en los que el empleado debía marcar tarjeta en la entrada de su trabajo, sentarse detrás de su monitor, al menos por 8 horas y regresar a su casa exhausto. Está claro que no en todos los casos se da, siempre hay una excepción a la regla, pero si revisamos los números en detenimiento, la tendencia es clara: el tiempo de dispersión se ha incrementado y, como consecuencia de esto, la oferta de contenidos.

En el 2012, en la ciudad de buenos aires, la tendencia mostraba claramente que los porteños preferían invertir su tiempo libre en mirar televisión o ver una película en DVD. Extrapolemos estos datos (si, no tenemos los datos suficientes, pero hagamos el ejercicio creativo) y reproduzcamos esta pequeña muestra y reemplacemos la categorí­a por streaming. Agreguemos un condimento: las nuevas tecnología provistos de algoritmos que conocen nuestros gustos, no solo ofrecerán las producciones ya realizadas, sino que también podrán segmentar las futuras producciones con base en los gustos de los suscriptores.

No será descabellado pensar que Amazon, un gigante de la industria del soft, este planificando desarrollar en el largo plazo una inteligencia capaz de determinar qué es lo que sus suscriptores quieren ver de acuerdo al horario, día de la semana, hasta incluso, estado de ánimo. Pero para esto, como ocurre en todo tipo de mercado, es necesario penetrar y ganar suficiente masa crí­tica. No solo por los ingresos que sustenten el negocio, sino más bien para tener una muestra lo más representativa a los gustos y elecciones del consumidor.

Tomemos el caso de Disney. Aunque llego más tarde que muchos de sus competidores al mercado de streaming, ha sabido entender que lugar debí­a ocupar en el mercado: segmentación de contenido. Si bien incluye también programación de Nat geo, la interminable lista de tí­tulos del colosal titan del entretenimiento, persigue como objetivo primario ocupar el máximo lugar posible en el mercado de contenidos para niños. Desafí­o no menor habiendo llegado tan recientemente a competir con Netflix y Amazon. Aunque Disney tení­a una ventaja frente al resto: la construcción de su marca está establecida en la mente de casi todo ser humano, su sello es signo de confianza y sus productos son consumidos casi fanáticamente entre sus groupies. De esto da clara muestra el salto que da la cotización de su acción al lanzar el servicio de streaming: Disney, de facto, ya tenía una base amplia de suscriptores que los demás servicios debieron lograr a fuerza de codazos e investigación.

Está claro que el futuro es el contenido en todo aspecto y color que lo queramos evaluar. Incluso las editoriales han entendido el juego y amplían la profundidad de su categoría de producto, es decir, se abren a nuevos autores, géneros y, porque no, experimentos literarios. La razón reside en una cuestión simple: la llegada del ebook ha logrado que pequeñas editoriales de todo el mundo puedan hacer llegar sus títulos a lugares que antes ni siquiera imaginaban. Nuevas demandas exigen nuevos obras y nuevos autores.

La guerra de servicios de streaming está lejos de terminar y probablemente veremos mayor cantidad de fusiones y adquisiciones en no muy largo plazo.